viernes, 28 de febrero de 2020

Ahora que soy un abuelescente - Pere Ll. Mataró

He decidido bajarme del carro,
me apeo de este mundo normalizado y regularizado,
donde los borregos consienten una y otra vez,
mientras vitorean sus miserias sembradas por sus amos.

Harto de este mundo de rastreros con criterios prestados, donde se levantan a las cinco de la mañana para cumplir una jornada completa
que no les será suficiente para mal vivir, mientras alagan al señorito que les proporciona las migajas para seguir pasando hambre.

He decidido jubilarme para dejar de tener arcadas
por saber que me espera al día siguiente, sabiendo que siempre se repiten las mismas historias, los mismos comentarios, siempre disimulando y guardando lo mejor de mí en un abismo.

Cansado de defender mis ideas ante obtusos,
de ser políticamente correcto ante los absurdos,
de esforzarme en no discutir por las barbaries que escucho día tras día,
cansado de morderme la lengua o golpear paredes para no golpear cabezas.

Hace tiempo que me miro al espejo,
sabiendo que no soy perfecto,
lo se desde que veo mi reflejo en el,
y lo único que pienso es que no voy a vivir la vida que quieren que viva,
que prefiero ser un revolucionario que nada contra corriente,
que ser uno más entre los que pretenden ser “los mejores”.



Quiero permitirme el lujo de tener el tiempo que me queda
para vivirlo conmigo mismo y los míos,
como a mi me de la gana, sin tener que justificarme
y poner buena cara al gilipollas, rastrero o vendido de turno.

Me aparto de la rutina, de los "Déjà vu",
sin pretender hacer nada en concreto o comerme el mundo,
lo que mejor me venga y me plazca,
solo quiero dejar mi huella en aquellos que realmente saben quien soy,
lo demás, me importa una mierda...

¡A la mierda!
Ya estoy jubilado, ahora soy un abuelescente.

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