y las pesadillas se deslizan por sus viscosas paredes de tormento,
en el abismo del segundo que dará paso al llanto
por el recuerdo de la perdida del que compartió tu alma.
Ofuscado en el negro, vació de luz y esperanza,
donde los rencores florecen y asoman las desesperaciones,
en medio de la nada absoluta, naufrago en lodos eternos,
se consume la esperanza y el tiempo de sueños, ahora marchitos
como hoja seca caída del árbol en otoño.
La concupiscencia arraigada entre la lagrima y la mejilla arrugada,
palpito mudo del nacido muerto,
grito hacia adentro, rompiendo las entrañas del que ha adoptado,
desde hace eternos años, al sufrimiento.
Exilio de esperanza en la profundidad del bosque nocturno sin luna,
negro sobre negro mientras la soledad perdura
entre cánticos de triste muerte, siempre inoportuna.
Noche infinita rebosante de amargura,
donde las sombras se esconden en la negrura.
Y de repente una tímida luz, rompiendo la locura,
una chispa en medio de esta negrura...
Luciérnaga encantada,
al rescate de mi maltrecha alma,
en este baile de muertos pones rumbo a una nueva y efímera esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario