domingo, 24 de mayo de 2020

Distopía - Pere Ll. Mataró




















Y la gente desapareció de las calles, 
se fue a su escondite,
en un principio no sabían exactamente por qué.

Pasó el invierno, lo hizo en silencio y creció la hierba
sin ser pisada, apuntando al cielo.

Los mares se purgaron,
escupiendo la vergüenza plastificada del hombre,
y el cielo se empezó a vez más azul.

Fue todo extraño,
lo más parecido a un milagro,
y seguía sin verse al hombre para empañarlo.

Sonidos olvidados surgieron de nuevo,
la naturaleza recuperaba su espacio
alentada por la ausencia del ruido del hombre.

La vegetación rompió el asfalto
y lo cubrió con su manto verde, intentando ocultar
la imposición del hombre sobre la tierra.

Todo volvía a recuperar el equilibrio perdido,
La fauna en peligro de extinción
dejo de estar en peligro al recuperar su habitad
ausente del hombre que la puso en peligro.

La maldición de la tierra dejó de gobernar
y permaneció en el subsuelo, agazapada en su madriguera,
mientras su esperanza creció con hambre de vivir como antes.

Y cuando reinaba la paz y la calma en la tierra,
alguien al que llamaron héroe,
salido de su redil oscuro, harto de alimentarse de las alimañas
del subsuelo, con la curiosidad que caracteriza a la especie humana,
y con el afán de conquista egoísta que siempre ha estado presente
en el hombre, y la maldición de la tierra empezó de nuevo a gobernar,
retomando la estupidez ya casi olvidada de los que un día casi
acabaron con la madre tierra.

Y el hombre, sin haber aprendido la lección, volvió a demostrar
lo estúpido y egoísta que puede llegar a ser…

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