profundo hasta el alma, temiendo respirar fuerte para no romperme
mientras la sangre a borbotones golpea mis sienes
trayéndome recuerdos que albergan temores y alegrías
en estas horas bajas.
Enmudece el propio silencio
en cada uno de los gestos urdidos en momentos consumidos,
quedando atrás los diferentes paisajes que desde las ventanas de diversos techos que me han guarecido he visto,
pero el horizonte visto desde dentro sigue siendo el mismo
guardado en mí recuerdo.
Mudanzas, amores, pensamientos y errores quedan agazapados en las sombras
esperando que el olvido se encapriche y los haga suyos,
mientras los temores y las alegrías van descifrando el sentido
de los universos compartidos en un soplo, en un instante, en una vida.
Los sueños siguen fieles aunque a veces se nublan
con la niebla de las realidades, al unísono que las complicidades
acompañan las horas de dudas manteniéndote a flote en un mar denso
ocupando los todos de la nada profunda y oscura.
Una nueva punzada en el costado
rasga la primera capa del alma, reteniendo la respiración,
en el vano intento de no despertar el miedo a perder el sentido
que me ata a esta vida sin que pueda despedirme de lo poco que me importa
antes de ser devorado por mis demonios.
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