Palabras de mago que resuenan en esta realidad latente,
en la penumbra de una vida opaca,
donde estamos condenados a lo incierto.
Tatuajes de amor de madre,
grabados en la piel marchita, que disfrutó de la caricia materna
rindiendo homenaje a la partida repentina sin tiempo de despedidas,
donde desbordan melancolías.
Reyes impuestos
en repúblicas perdidas,
saltimbanquis del poder vendiendo humo y duros a cuatro pesetas,
mientras los borregos aclaman patrias prestadas
mientras mendigan migajas.
Paisajes que quedan atrás,
perdidos junto a una infancia pasajera
de un tiempo maquillado por la inocencia extinguida.
Pudores incorpóreos agazapados en penumbras,
al ritmo de silencios forzados
al son de una vida que escruta a la muerte,
en un tiempo de desahucios y esclavitudes impuestas
por ladrones de almas, encantadores de serpientes y falsos profetas.
Nada por aquí, nada por allá,
es el vacío que nos han dejado para vivir,
esperando una muerte incierta
cada vez más cercana y más fria.
perdidos junto a una infancia pasajera
de un tiempo maquillado por la inocencia extinguida.
Pudores incorpóreos agazapados en penumbras,
al ritmo de silencios forzados
al son de una vida que escruta a la muerte,
en un tiempo de desahucios y esclavitudes impuestas
por ladrones de almas, encantadores de serpientes y falsos profetas.
Nada por aquí, nada por allá,
es el vacío que nos han dejado para vivir,
esperando una muerte incierta
cada vez más cercana y más fria.
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