Por las calles del Raval
uno camina pisando historias
impregnadas en los adoquines,
levantando a cada paso murmullos
de una gente que gritó en ellas en otros tiempos.
La noche guarda los secretos
entre piedras y el eco enmudecido
de esas calles testigo de amores pasados,
de penas, odios, dolores, de absurdos ahogados en alcohol,
quedando cobijados entre adoquín y adoquín.
Cuantas ilusiones muertas,
universos enterrados
juegos de niños olvidados entre las sombras
y puertas entornadas,
relatos de otros tiempos perecen
entre la pintura desgastada y desconchada de
portones, balcones, portales y viejos escaparates,
esperando tu paso para susurrarte al oído
y no perecer del todo en el olvido.
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