a recuperar el aliento,
para desvanecerme un segundo
y arder en el infierno.
Déjame mecerme en los brazos del tormento, qué me envuelva un instante de mis momentos vividos.
No me tengas en cuenta mis miserias, prisioneras de dunas de arena ocultas por un desierto incierto.
Qué cese mi galope un segundo
para secar mis lágrimas de estrellas apagadas.
Dame un respiro qué vuelva a inhalar brisas de océanos perdidos y olas de mares encabritados.
Y olvida qué me viste vencida....
fue un espejismo del oasis qué nos turba el corazón.
fue un espejismo del oasis qué nos turba el corazón.
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